miércoles, 4 de enero de 2012

1997

Un día vestí de rosa mis caminos eran claros como el cielo mi caminar se ocultaba tras las rosas de un jardín inmenso.
Tarde me dí cuenta que el sol me quemaba y oscurecía mis vestidos, mi alma ya no recorría más un sueño dorado ya era tarde para saber que mi existir no importaba.
Un momento en mi alma se clavo cuando por fin mis oídos escucharon el lloriqueo de un niño nacido el mismo día que el creador del mundo y aunque hoy el principio se escribió como las frases más estúpidas que de mi interior broten sólo pido al cielo repita de nuevo el mundo entero para no dejar pasar más lágrimas de quien he herido y me han matado y aunque es tarde ya para dar explicación a frases o fragmentos de esta hoja que escupe mi alma sólo no quiero perder un año ya pasado entre lamentos y verdades, entre palabras y lágrimas sucias de aquel fariseo que pide el cielo perdón.

domingo, 25 de julio de 2010

Zero

Un vacio se aloja en mi interior, en donde estabas antes tu sonriendo abrazándote a mi cuerpo, como duele lo que se deja perder, como duele perder sin saber como sucedieron las cosas, quisiera tocarte, sentirte cerca, no quiero este dolor, no quiero más esto que me ahoga, no quiero estas lágrimas, te quiero a ti como ayer a esta hora donde podía sentir felicidad, donde no tenia tantos sollozos, ni debía esconder mis ojos, amor como duele perder sin tener pecados en la conciencia, cómo puedo devolver el tiempo y tenerte en mi como el ser más perfecto del mundo. Ámame, acá estoy frente a ti como siempre soy la misma que te abrazaba en las noches, soy la misma que acaricia tu cabello y te hace reír de cualquier cosa, yo te hacia feliz, tu a mi me haces sentir en el cielo, no dejes que este maldito infierno me mate, no hay terror más grande este día que vivir sin ti, mira mis ojos dime si ellos te mienten, no soy lo que los otros dicen, soy quien te beso esa primera vez me un beso tierno y romántico, siento que todo me aprieta que no puedo moverme, la impotencia de tenerte lejos no resisto mas esto, no debí dejarte salir de mi habitación, no debí dejar que sintieras rencor, no puedes ver que por ti me muero, no puedes ver que canto Wild is the wind de Nina Simone llorando como una pobre desconsolada pensando suspirando por tenerte en mis brazos hasta el fin de los ocasos, hasta que mi alma sea sólo una ilusión distante, y mi carne un puñado de cenizas en una bonita caja de madera.

sábado, 10 de julio de 2010

Tue, 12 Oct 2004 11:46:57

Y eres todo, y no eres nada, y no hay sólo dicotomías y no hay sólo desganados sentimientos en un día sin relevancia… sigues crujiendo los dientes en la media noche y yo sigo en la calles esperando ser presa del olvido absoluto, y te encuentro en cada parte de mi recuerdo, y siento que todo nace como las manos quebradas en antiguos juegos, y el mundo sigue caminando y yo trato de hacerlo, me he arrastrado hasta el límite de mis propios miedos, te ruego que no levantes la voz ni des desprecio a mis palabras, no rías, no finjas interés… amo cada parte insensata, cada pedazo de imperfección, ser imperfecto, ser que suele vestirse de colores, de días, de noches, de soles, de diarios atardeceres, vida, naturaleza muerta, naturaleza que crece en los ojos, en la mirada, en las precarias circunstancias… y el cielo cae, desde muy alto y todo cae sobre nuestros cuerpos, y el azar juega, y tu te detienes frente a la escena y yo adoro en silencio y cuantos años hemos vivido, cuantas veces he estado abrazando tu cuerpo entre la oscuridad y el medio día… te detienes y no dices nada… te amo y te pierdes en la catastrófica pantomima y el mundo que circula siendo tan débil su obra… tan imperfecta como cada ser que se riega en mi cuerpo, como cada ave, como cada siervo de instantes plebeyos y tu que te sigues alejando como las madrugadas, como las velas, como los tragos servidos, como la mirada y lo que nunca será y la necesidad qué decir de la necesidad, qué decir de los lamentos y las caricias que he puesto ante ti, ante la omnipresente perspectiva… qué decir de esta realidad crujiente, qué decir de un yo sin un tú, y quién puede entender esto más que tú… y fueron más que momentos, más que desesperaciones y sentimientos expuestos y tu niegas todo con la cabeza y no hablas, y cierras la boca que he besado hasta el cansancio, y te alejas con el cielo que cae sobre tu lomo, y todo se pierde y todo se deshace entre el pasado y la inexistencia de un presente.

13 Oct 2004 11:48:08

No hay tiempo para mirar al interior… las calles no siempre llegan a un destino, hay ocasiones en que sólo podemos perdernos, entretenernos con los desequilibrios he intentar amarrar al pensamiento miles y miles de sensatos pensamientos para no caer frente a la acera del frente a seguir durmiendo… cerrar los ojos cuando el día esta extremadamente cálido cuando los parpados no pueden apagar nada y el rojo tiñe las pupilas y no se puede conciliar el sueño, ni aún la vigilia, y tal vez todo este tranquilo hoy, hoy que los seres duermen de día y de noche y entre sus quimeras fuman cigarrillos sin filtro y estrellan alucinaciones que se niegan que se reprimen y siguen gimiendo en la madrugada deseando lo jamás obtenido, deseando ser parte de lo intangible, del ocaso en medio del alba, de los incesantes malentendidos… tal vez sea necesario hoy no llegar a casa, es medio día y hay mucha sed, hay necesidades de descanso pero las paredes del encierro son tan pesadas, no hay ilusión más corroída que tratar de dar un equilibrio a lo que llamamos vida, pisadas sin huella, y tu que te mueves de un lado a otro igual que yo deseando no ser parte de este recinto ni de aquel sino el que conformamos los hermanos que se quitan la mascara y no tienen miedo de mostrar sus rostros imperfectos… somos de los que huimos de la estupidez del medio día, aquellos que regamos lagrimas al calor de las nubes y su confusa bruma… mirar al interior y ver que no somos lo que siempre hemos querido ser, sino encontrar que los pesares se alejan con las voces muertas y los aullidos de la muerte… y el equilibrio es un esfuerzo en búsqueda de una paz que no será más que la luna y el sol eructando naturaleza y los árboles destruyendo el viento y los ojos cerrándose para mitigar una verdad a medias.

sábado, 15 de enero de 2005 02:01:40 a.m.

No sólo son las tres estúpidas frases de un pasado o de un sentimiento que ha culminado, eres tu, interminable sustento de indefinidos eventos, de noches, días oportunidades y tal vez un poco de desvelo, realmente se que no es hora de hablar, no hay tiempo, tampoco hay espacio, es de noche, como todas, como ninguna, el tiempo tan sólo corre cuando miras tres tristes instantes al cielo creyendo mirar el infierno, sin saber cual difiere del otro y si tus ojos son cansados estados de impavida consciencia, como lo fueron los mios en esos apretujados días donde simplemente observaba detenidamente cada sentimetro de mundo y creía que era una representación tácita de mil acordes lejanos, de las voces que se alsaron, de aquellas que reían, que también llorabán y se quejaban en triste suelo de cuerpos desnudos sin almas, sin recuerdos, ni vivencias... te alejabas y yo podía llorarte, podía suplicarte con la boca bien cerrada que abrieras los ojos, el mundo girabá con la dinámica de nuestros egos entrelazados consumidos hasta el final de las horas, de los pensamientos... y tu que no existes más que como una sombra en un insomnio eterno...

septiembre 2004 Un cuento de calle

Un cuento de calle

Tal vez todas las historias se escriban con un mismo sentido, con un desahogo que el alma agobiada exalta para no morir en la lúgubre sombra, esta historia no se aleja mucho de esos ideales, trata encarnecidamente de evitar que todo el sufrimiento llegue y se aleje con un alma que se ha despedido mil veces, jamás se sabrá si lo que se escribe en realidad es un regalo de la creatividad y de los juegos literarios, pero sólo se puede escribir de nuestras propias vivencias, de lo que nos daña y ofende.

Hace ya algún tiempo, en un lugar que parece este, nació aquellos que todos ingenuamente llaman amor, brotó como casi todo lo que se refiere de ese sentimiento, de una soledad que cubría todo, como aquella niebla que aparece todas las mañanas en la ventana, fría y penetrable. Así aparecía insistentemente como una sombra que te atrapa sin que se palpe, una soledad invisible que sobrepasaba todos los límites de la serenidad, de la tranquilidad y de la esperanza. Una soledad que parece que no te abandona, como un gran peso en tu espalda adolorida, te acompaña y crees que puedes vivir así, en el tumulto de sentimientos ocultos e intransferibles, cuando aprendes sin mayor esfuerzos a llorar sobre una almohada, en una habitación grande, llena de paredes sin color ni magia.

Siempre en una historia se crean personajes, nombres, muchas veces apellidos, familia pasado y lugares específicos, sólo se utilizará un tú y un yo, porque el amor sólo debe ser de dos, no más, no menos, no hay triángulos, tampoco cuadrados, sólo dos, como un tú y un yo, y tal vez ese yo es el que narrará todo lo sucedido, todo lo que para mi debo exorcizar y tal vez exaltar para no sentir que todo ha sido en vano.

La mañana no apremiaba con los rayos de un sol casi nunca visto en ese lugar, en ese sitio amurallado donde se cree desvanecer por esa soledad que te desnuda cada anochecer, donde el alba te recibe con una cama tibia y grande, muy grande.

Todos parecíamos siluetas azules, limpias y organizadas. No siempre se cumplían las reglas, tal vez los muros no eran tan altos como todos pretendían que lo fueran, saltar era tan fácil y más cuando la vida exige volar, ser libre, al menos por unos segundos. La tapia alta no impedía caminar por las calles oscuras, por los recintos más ocultos y mundanos, donde el licor y el deseo eran elixir bendito y sagrado para todas esas noches quejumbrosas. En la mañana, durmiendo pocas horas, con una resaca, con una sed insaciable me sentaba a leer en lugares no permitido para estos oficios y esperaba la noche en las paredes heladas para danzar al viento.

La noche eran muy oscuras, la bruma cubría todo, con un cielo sin estrellas, el camino de regreso se agradecía simplemente a una buena memoria que no abandonaba ni siquiera cuando el cuerpo ebrio se balanceaba de un lado a otro, no se puede negar que muchas camas se tocaron, la lujuria se encuentra en cada esquina, pero el placer es efímero y sólo en ti lo entendí, en esa madrugada cuando todos despertaron con el rumor de una huida y sin razón tomaste mi mano en la oscuridad de la noche y me condujiste por un camino que ni yo conocía, me introdujiste en mi cama, me abrigaste y todo paso como un rumor sin importancia.

Algunas veces, por más personas que se crucen en el camino no se pueden ver, como si todos cubrieran sus rostros con velos del mismo color de sus pieles, tal vez por eso jamás supe de tú existencia hasta ese momento, hasta esa noche que en medio de mi ebriedad recuerdo y evoco como primicia de todo, como el génesis que no alcanzo a entender, ¿cómo pude pasar al lado tuyo y no sentir tu presencia?.

A veces los muros se ven tan altos, como si fueran arboles que rodean todo, ocultan el cielo que en ese tiempo no importaba si existía, una mano me condujo por la selva oscura, sólo podía sentir la delicada esencia de esa percepción táctil pero algo difusa, ¿cómo reconocerte ahora?, en la claridad del día, donde todo parece más inanimado, más como un sueño.

Ahora, que es de día y el sol enloquece a una tierra acostumbrada a la lluvia te busco, no se donde estas, no se si en realidad todo fue una alucinación en medio de una locura persistente, observo cada rostro, ninguno me es familiar, tal vez jamás había visto las miradas tristes de todo lo que me envuelve, bueno no todas son tristes, pero lo que en verdad es cierto es que no existe razón para una sonrisa verdadera. Todas las personas que se encuentran aquí están agotadas con sus propias cargas, el yugo oprime e inmoviliza. El viento es frió siempre pese a que todo el día el sol esta presente, es tan grande y resguardada esta fortaleza de encadenamientos estúpidos que los muros de concreto absorben toda la tibieza de una madre naturaleza perdida en el recuerdo.

Existen dos patios uno desértico y otro envuelto en una caja gigante de cristal, en el primero no hay nada y todas las sombras azules se sientan a llorar y a reír, algunas veces se reúnen y tratan de que los pocos rayos del día no hagan ver esos rostros pálidos casi inertes, se desnudan y dejan que sus cuerpos lánguidos sean uno con el mundo y no temen ni sienten vergüenza, ya no sienten nada, o al menos eso se piensa.

El segundo patio, aquel que esta envuelto por una caja de cristal no tiene el acceso permitido, pero siempre existe aquel que las rompe y siempre soy yo desgraciadamente, allí es donde leo los libros prohibido, donde tomo los licores que traigo cada noche en que escapo y me confundo entre la gente que cree ser la normal, aquellos que se visten de galas para desnudarse morbosamente en el jolgorio de noches muertas...

Noches muertas, tal vez eran más reales que estas, que dormir en una habitación privilegiada donde nada me ata, donde todo se pierde en los dibujos que todos los días cubren con pintura barata, y yo los repiso esperando que se cansen de cambiar un comportamiento rebelde que data de hace tantos años, pero eso ya sería otra historia, no esta, la cual parece que no llega a ningún lado.

Temí salir en algunas noches hasta que el rumor se enterrará en el más profundo olvido, pero no aguante más, todo esto me ahogaba, la tranquilidad me atormentaba, me volvía de nuevo sombra sin vida ni brillo, perdiéndome en los rincones de un calvario antiguo donde sólo el silencio me acompañaba.

La noche llego y con ella el desespero más aterrador que carcomía mi ser y me enlutaba profundamente con un alma apesadumbrada y enfermiza de libertad, los miedos se fueron y volé tan alto sobre los muros de concreto que cuando me encontré tan arriba sólo pude sonreír, sólo pude buscar la botella de licor fino y la piel más perfecta de un muladar perdido en las calles de una montaña oculta en un gran pueblo fantasma, perdido, casi invisible porque pocos, muy pocos teníamos acceso, yo lo conocía desde una infancia aterrada atemorizada por enfermedades que me habían deteriorado y ya había dejado atrás, sólo me quedo mi secreto mis vicios que me hacían volar con las alas derretidas por las llamas de mi pequeño infierno.

La mente ebria recorría un camino de regreso, un camino que siempre daba a un mismo sitio, uno de ida que era el mismo de venida, este camino que permite derrumbarse en medio de la inconsciencia de los actos.

Llegue a mi habitación y te encontré en un extremo, como un débil y divino regalo de un Dios en que no creía, ni creo, que tal vez no creo. Estabas en l suelo, tú, sin nombre pero con tal perfección fragilidad que sólo pude tomarte entre mis brazos, cuando sin razón te echaste a llorar sobre mi cuerpo agobiado por el desvelo y los excesos, te abrace y lleve a la cama y deje que durmieras en mi cuerpo, sólo observándote y pensando de donde habías salido.

Al despertar la resaca y un pensamiento de jamás sucedió aquello me mantuvo todo el día ocultándome mientras la jerarquía mayor con su poderío trataban de sacarme a la fuerza sin conseguirlo.

La locura acompaña cada estado de la mente, tal vez todos volamos en realidades subjetivas y difusas, pero creemos que es mejor ponernos en pie y caminar por la coherencia como todos aquellos infelices que hacen filas infinitas para llegar al cielo o al infierno.

En la noche me senté al borde de la cama esperando que la puerta se abriera, pero no se abrió esa vez, ni tampoco las noches siguientes, hasta que cuando el encierro me tenía en una esquina llorando, Tú apareciste y me cubriste con un brillo que no cegaba y me confundía, ¿qué podía ser todo esto? ¿qué envolvía la madrugada?. La atmósfera se adorno de un perfume a pureza y tu cuerpo albino e inmaculado era omnipresente para mi que jamás había palpado más que piltrafas arrastradas en los pisos.

Varías noches siguieron esta hasta un día en que por fin llovió y todas las luces se encendieron como ese rayo que casi incendia el recinto, los superiores entraron a mis aposentos y encontraron la desnudes de tú cuerpo. Te exiliaron y lo digo ahora con lágrimas moribundas esta noche, a mi me golpearon con látigos de cuero con terminales en acero, toda la sangre brotó de mi cuerpo y más cuando me halle en soledad y corte mi cuerpo como mi alma agonizante por tú ausencia, me encontraron y sanaron para sufrir con el vació de una verdad que se acrecentaba, ¿Acaso he vivido? ¿Acaso no es todo esto la muerte y la peste que me toma ya?.

Las alas rotas tratan de volar con un cuerpo desprotegido y sin energía, vuelo y no avanzo nada y creo que me voy a derrumbar en tierra, falta pocos metros para perderme en la lluvia fresca y aún no se si tus alas sean más grandes y resistentes que las mías o sí la vida que tan bien juega conmigo dejara de nuevo que tú, un tú sin apellido ni nombre, ni lugar, ni historia, ni final... te puedas reunir con otro ser igual que nace como un yo y se pierde en la lluvia esperando la calidez sanadora de mi recuerdo no termine tan mal como un cuento que no tiene ni pies ni cabeza, que sólo tiene una realidad entretejida por tu ser y mi esperanza desnuda.

?? octubre de 2004

un día el cielo se abrió en tres tristes nubes, cada una oscura y sin

brillo, de ellas se desmembrenarón varias gótas de un licor difuso, al

tomarse los locos se convertían en cuerdos y los cuerdos en sabios, el

mundo giro en un torbellino de ideas sin nebulosidad, las ideas

brotaron sin razón, todos creían tener la verdad de la existencia del mundo y

de las tres grandes nubes que volvían pensantes a seres libres en la

magia.

Todos pensaron días tras días y la sonrisa se convirtió en rostros

pensantes, todos escribían y leían, el insomnio se apodero de sus cabezas

infestadas de tantas preguntas, tan pocas respuestas, horas

interminables en salones fríos las sombras rondaban discerniendo sus historias y

sus cuentos, todos absorbidos por una gruesa capa de infelicidad, hasta

que un día que más bien parecia noche entre la furtividad de lo que se

creían ver, la tierra se undió en pensamientos y el cielo absorbió cada

uno de ellos y los locos fueron locos y los cuerdos fueron cuerdos y

todos los pensamientos sabios se quedaron estáticos en el cielo