un día el cielo se abrió en tres tristes nubes, cada una oscura y sin
brillo, de ellas se desmembrenarón varias gótas de un licor difuso, al
tomarse los locos se convertían en cuerdos y los cuerdos en sabios, el
mundo giro en un torbellino de ideas sin nebulosidad, las ideas
brotaron sin razón, todos creían tener la verdad de la existencia del mundo y
de las tres grandes nubes que volvían pensantes a seres libres en la
magia.
Todos pensaron días tras días y la sonrisa se convirtió en rostros
pensantes, todos escribían y leían, el insomnio se apodero de sus cabezas
infestadas de tantas preguntas, tan pocas respuestas, horas
interminables en salones fríos las sombras rondaban discerniendo sus historias y
sus cuentos, todos absorbidos por una gruesa capa de infelicidad, hasta
que un día que más bien parecia noche entre la furtividad de lo que se
creían ver, la tierra se undió en pensamientos y el cielo absorbió cada
uno de ellos y los locos fueron locos y los cuerdos fueron cuerdos y
todos los pensamientos sabios se quedaron estáticos en el cielo
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